La sostenibilidad de nuestras cooperativas pasa por garantizar los resultados financieros y tener una estructura económica estable y saneada. Sin lugar a dudas, garantizar unos precios adecuados a nuestros socios y socias y tener unos salarios justos son claves en nuestro desempeño. No obstante, más allá de ello, el correcto desarrollo de nuestra actividad debe estar muy alineada a nuestro fin social, la conservación del territorio y la incorporación de bienes y servicios que dan soluciones a nuestro medio rural. Esto también es muy importante y a menudo, olvidamos medirlo, cuantificarlo y dimensionar su impacto. El resultado último que debemos tener en cuenta es el valor total que generamos a nuestro entorno, en la sociedad (entre el que se encuentra el valor económico que se desprende de nuestras cuentas anuales). Para el modelo cooperativo resulta muy importante medir el valor que aporta a todos sus grupos de interés. A menudo olvidamos medir y cuantificar el valor que supone que una cooperativa garantice renta en los municipios rurales… ¿alguna vez has pensado cual sería la variación de la renta por habitante si la cooperativa no existiese?
- La cooperativa trabaja en la vertebración de los municipios, en la medida en la que garantiza la generación de renta a nivel local.
- Evita con su acción la desertificación la desertificación del territorio.
- Trabaja en beneficio de la sostenibilidad social, al garantizar el acopio, transformación y comercialización de productos agroalimentarios y la creación de empleo estable en torno a ello.
- Asesora a su base social en la gestión de explotaciones mejorando de esta forma la orientación productiva de los cultivos.
- Pone en marcha nuevas oportunidades de negocio a través de la diversificación en productos y servicios.
Todos los días, el modelo cooperativo atiende estas necesidades y muchas otras, que a buen seguro, omitimos de la información económica que trasladamos a nuestro entorno.
Por eso es importante que integremos el valor social en nuestra estrategia de negocio, porque además de dimensionar el valor económico, integramos el valor real que aportamos a la sociedad. Su medición y seguimiento son claves para medir nuestra aportación a la actividad económica.
El valor social que generamos a las personas usuarias y sus familias, a nuestros equipos de trabajo, a nuestros clientes y proveedores y a las administraciones públicas se basa en lo que estos grupos de interés reconocen que ofrecemos a nuestro entorno. Por eso es importante que nuestros retos de presente y futuro integren la contabilidad social en nuestros procesos de gestión, siempre orientados a que seamos capaces de identificar todo el valor que, nuestro día a día, está aportando a la sociedad.
Nuestro equipo técnico sigue trabajando en la medición de este valor social en cooperativas. Esperamos que tú seas una de ellas.